En muchos conflictos armados en todo el mundo, niños y niñas son enviados a combatir como soldados. Los ejemplos más actuales son: Afghanistan, Burkina Faso, Camerún, Chad, Centralafrican Republic, Colombia, the Democratic Republic of the Congo (DRC), India, Iraq, Israel / Palestina, Myanmar (Burma), Niger, Nigeria, Philippines, Somalia, South Sudan, Sudan, Syria and Yemen. La vida de los jóvenes soldados y soldadas está llena de peligros y marcada por un trabajo muy duro: muchas veces no tienen comida ni agua potable – o por lo menos no suficiente-, no tienen acceso a servicios de salud y viven en miedo permanente frente a posibles emboscadas, minas terrestres o tiroteos. La disciplina y la obediencia suelen ser impuestas por la violencia. Muchos niños y niñas mueren en condiciones infrahumanas, otros sobreviven – pero quedan discapacitados, ciegos o traumatizados de por vida. Pero no sólo son niños varones a los que se les expone a semejantes peligros. Se estima que la quinta parte de los niños soldados son niñas. Cumplen las mismas tareas que los varones pero, además, se ven expuestas a la violencia sexual, algunas siendo obligadas a hacer de “esposas” de los comandantes o a convertirse en esclavas sexuales. La consecuencia es que muchas quedan embarazadas o son infectadas con el VIH/SIDA o con otras enfermedades de transmisión sexual. A menudo, esto significa para ellas quedar estigmatizadas y tener que vivir con sus hijos en un ambiente de guerra. Los niños también son víctimas de la violencia sexual, y en algunos países se ven especialmente afectados, por ejemplo en Afganistán.
Podríamos pensar que cuando estos jóvenes regresan a casa, su sufrimiento acaba, pero no es así. Pues, muchos se enteran de que sus familias fueron asesinadas o encuentran sus casas en ruinas. A menudo, no hay trabajo y volver a la escuela se les hace difícil. Así, la delincuencia y la prostitución parecen ser las únicas alternativas para sobrevivir. A esto se suma el hecho de que muchos regresan de la guerra con alguna discapacidad física. Las comunidades de origen de estos ex niños soldado, muchas veces, no aceptan su pasado y es probable que también los jóvenes mismos lleguen a rechazar las reglas, normas y tradiciones de sus comunidades. Es por eso que tanto las comunidades de origen y las familias como los ex niños soldados mismos necesitan ayuda financiera y apoyo para poder reconstruir las estructuras sociales y lograr la reinserción de estos jóvenes a la vida civil.
El 12 de febrero de 2002 entró en vigencia el Protocolo Facultativo de la ONU que condena el uso de niños y adolescentes menores de 18 años en cualquier conflicto armado. Hasta el momento, más de 170 gobiernos han ratificado dicho Protocolo. Pese a ello, muchos grupos armados y también ejércitos gubernamentales legales en muchos países siguen reclutando y usando niños y niñas soldado. A muchos de ellos se los recluta por la fuerza y después ya no pueden abandonar su unidad armada. Otros niños y niñas crecen en zonas de guerra y, por tanto, tienen pocos medios de supervivencia, a menos que se unan "voluntariamente" a uno de los grupos armados. Muchos niños y niñas soldados tienen entre 10 y 18 años, algunos incluso menos.